Tiempos de cambios, mejores estrategias

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Por: Gonzalo Alarcón

La propagación del COVID-19 a nivel mundial ha causado efectos negativos sin precedentes en todas las economías del planeta. Para una industria que depende fundamentalmente del traslado de personas, el sector de viajes y turismo ha sido por lejos el más afectado por la pandemia.

Según cifras de la OMT[1], las llegadas de turistas internacionales se redujeron en un 65% en todo el mundo durante la primera mitad del 2020, registrándose pérdidas por más de US$ 460 mil millones, y cuya recuperación se prevé alcanzar dentro de los próximos 2 a 4 años. Sin embargo, más allá de las cifras y el panorama de incertidumbre, conviene también considerar implementar mejoras pendientes de cara al futuro.

Aunque, actualmente el COVID-19 es la mayor de nuestras preocupaciones, los enormes desafíos que enfrentamos como sector siguen allí y estos, de hecho, pueden haberse agravado con la pandemia. Si bien, el desarrollo como sector depende de muchos factores tales como infraestructura, capital humano, tecnología y, ahora también, la seguridad sanitaria, en particular el tema de las habilidades y el empleo en el turismo siguen teniendo una preponderancia enorme.

Si hoy, nos preocupa que muchos trabajadores turísticos recuperen sus empleos, deberíamos considerar también que previo a la pandemia, el 43% de las empresas de actividades ligadas al turismo, consideraban un obstáculo grave y muy grave para el desarrollo de sus operaciones la poca preparación de sus trabajadores y, además, el 42% señalaba a esta misma causa como una enorme dificultad para la implementación de innovaciones[2]. En ese sentido, la recuperación de la producción en una industria como el turismo no solo se limita a la disponibilidad de mano de obra, sino también de la calidad de ésta.

En un contexto, como el actual, en donde palabras como innovación e implementación de nuevas tecnologías se han vuelto muy comunes, es evidente que esta problemática limita sus oportunidades de desarrollo.

Ya en el año 2019, el BID señalaba que más del 30% de las empresas ligadas al turismo identificaban a su personal contratado como carente de competencias blandas tales como el trabajo en equipo, habilidad de comunicación, estabilidad emocional, amabilidad y liderazgo; y el 29% indicaba que su personal carecía de habilidades técnicas específicas para su ocupación. Esta situación otorga una vital importancia, el visualizar la recuperación del sector también desde una perspectiva cualitativa, basando su estrategia en el fortalecimiento de estas competencias y su desarrollo respectivo, asegurando una adecuada implementación de las nuevas tecnologías, medidas sanitarias y, por qué no, de las políticas de desarrollo que adoptemos como sector.

En un mundo que se dirige hacia una nueva normalidad caracterizada por el cuidado sanitario y la búsqueda de experiencias en espacios naturales, conviene replantear nuestras estrategias hacia una recuperación que también considere el aumento de la calidad y la mejora de calificación de nuestra oferta turística.

[1] Organización Mundial del Turismo (2020). Barómetro Mundial del Turismo.

[2] Banco Interamericano de Desarrollo (2019). Encuesta de Habilidades para el Trabajo en el Perú, 2017-2018.